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¿Baños de bosque? Sí, baños de bosque, una inmersión absoluta en el bosque más allá de un simple paseo por la naturaleza. De hecho, en esta experiencia se requieren los cinco sentidos. Los baños de bosque, también llamados shinrin yoku, son una práctica muy popular en Oriente que están ganando popularidad en Occidente con el objetivo de mejorar no solo la salud, sino el bienestar y la felicidad de las personas que los practican.
Baños de bosque: qué son
Los baños de bosque son una experiencia que invita a una curación espiritual a través de una inmersión profunda en la atmósfera del bosque. Sin embargo, no es necesario que sea un bosque, sino que cualquier espacio natural y abierto puede servir para la práctica de esta actividad que busca mejorar el bienestar y la salud de quienes la experimentan.
Este “baño” tan peculiar busca un contacto muy profundo con la naturaleza con el objetivo de mejorar el estado de salud de las personas. Para ello propone un espacio y un tiempo de calma, de escucha, de tranquilidad y de conexión con la naturaleza que nos rodea para a su vez sentirnos a nosotros mismos y reconocernos en el entorno.
Los beneficios
Según diferentes estudios, los baños de bosque aportan beneficios fisiológicos y psicológicos, como por ejemplo:
- Mejora del estado de ánimo: en general, los paseos por el bosque de más de 40 minutos mejoran el estado de ánimo y favorecen la recarga de energía.
- Reducción de la hormona del estrés: lo que a su vez reduce el riesgo de padecer ansiedad, depresión, dolores de cabeza, problemas cardiacos, aumento de peso o problemas de concentración. Además, también favorece un refuerzo del sistema inmunitario.
- Mejora de la creatividad: está comprobado que largas inmersiones en la naturaleza favorecen la creatividad.
¿Cómo se toma un baño de bosque?
Lo primero es elegir el bosque o espacio natural. Aunque algunas personas prefieren bosques cuya mayoría de árboles supere los 100 años, lo cierto es que cualquier bosque o parque frondoso es válido para un baño de bosque. Eso sí: es preferible que no presente pendientes y que haya variedad de “ambientes”: claros, sendas, rocas, zonas húmedas, etc.
Una vez en el lugar elegido, lo ideal es hacer un ruta de 1-2 km, poco transitada y que invite a la experimentación de sensaciones: tocar una piedra, oler unas flores, abrazar un árbol, sentir la tierra húmeda bajo los pies, sentir el aire, cerrar los ojos, tumbarte en el suelo, dejar que la corriente de un río fluya por tu mano… En definitiva, pararse a sentir lo que la naturaleza nos propone, reconectar con ella y disfrutarla con calma.
Si te parece complicado tomar un baño de bosque por tu cuenta, son muchas las iniciativas para salir en grupo y dejarte guiar por un experto en este tipo de actividades. Además, después de la experiencia podrás compartirla con el resto del grupo e incluso cerrarla con una sencilla ceremonia tomando un té.
¿Qué te ha parecido la idea de tomar un baño de bosque? ¿Te animas a sumergirte en uno? Puedes practicarlo por tu cuenta, pero cada vez hay más iniciativas y programas que ofrecen esta experiencia sensorial y que te acompañan en este despertar de los sentidos y reconexión con la naturaleza. ¡Cuéntanos tu experiencia!
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