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Seguro que alguna vez te ha pasado que, ante una situación, has tenido una respuesta emocional que te trastoca. Ya sea por su intensidad o porque te resultan inesperadas, a veces las emociones parecen apoderarse de ti y no responder a ninguna lógica. La conciencia emocional es una herramienta que te permite comprender mejor tus emociones, su origen, y su relación con el entorno y las situaciones que las hacen despertar.
¿Qué es la conciencia emocional?
Según Daniel Goleman, uno de los nombres más reconocidos en el campo del estudio de la inteligencia emocional, ser consciente de las propias emociones consiste en conocer qué emociones sentimos y por qué, entender la relación entre nuestros sentimientos, pensamientos, palabras y acciones, y aprender a reconocer la manera en que nuestras emociones influyen en nuestro comportamiento y rendimiento cotidianos.
La conciencia emocional: un arte complejo
La conciencia emocional, como su nombre indica, se refiere al conocimiento y conciencia de las emociones, tanto propias como ajenas. Desde el campo de la psicología, son muchos los expertos que la estudian desde hace años. Como es habitual en las ciencias no exactas, las definiciones varían un poco según los criterios de los expertos, pero coinciden en su importancia y en que es una parte fundamental de la condición humana.
Emoción vs. razón
Se suele considerar que las emociones y la razón son cosas separadas, e incluso opuestas. Si bien es verdad que hay claras diferencias en los procesos que rigen a ambas, la tendencia, bastante extendida, a pretender imponer la razón sobre las emociones puede no ser la decisión más acertada. La sutileza y complejidad de las emociones, así como los muchos factores que intervienen en ellas, son estupendos motivos para prestarles atención y darles un lugar de valor en tu vida. Mucho mejor que reprimirlas o controlarlas es intentar entenderlas: las emociones te dan información muy valiosa sobre ti y tu entorno. Y es ahí donde entra en juego la conciencia emocional.
El tejido de las emociones
Cuando hablamos de algo tan real y abstracto a la vez como son las emociones, puede resultar complicado definirlas. ¿De dónde surgen? ¿Dónde se manifiestan? ¿Qué las provoca? Y es que las emociones, aunque a priori pueda no parecerlo, son algo muy tangible. Lo sabrás porque lo has vivido: las emociones están en el cuerpo. La risa y el llanto son dos de las expresiones físicas más habituales de las emociones, pero también temblar, sudar o incluso que se te seque la boca al estar nervioso es algo que seguramente te haya pasado más de una vez. A veces, puede resultar difícil vincular estas manifestaciones físicas con un origen emocional, sobre todo si se tiende a relegar los sentimientos a un plano secundario supeditado a la razón. Pero cuanto más conectes con tu cuerpo y los mensajes que te manda, mejor podrás comprender tus emociones y, por ende, a ti mismo. Las emociones forman un tejido complejo y sutil que te proporciona pistas para comprender mejor tus necesidades y deseos, así como para superar las dificultades que entorpecen el avance hacia tus metas.
Cómo trabajar la conciencia emocional
Vivimos en un mundo en el que estamos acostumbrados a reprimir las emociones, por lo tanto es normal que de entrada te cueste comprenderlas. El primer paso hacia la conciencia emocional es el deseo de conectar con tus emociones. Esto resulta sencillo si se trata de emociones agradables, como la alegría o la emoción, pero es imprescindible escuchar también aquellas que resultan difíciles, como la rabia, la pena o la vergüenza.
Prácticas como la meditación, el mindfulness o el yoga pueden ayudarte a mejorar tu conciencia emocional. Lo primordial es no pretender huir de tus emociones: respira profundamente y ábrete a la comunicación contigo mismo. ¿Qué te está queriendo decir esa inquietud? ¿Es rabia o miedo lo que sientes ante esa situación desagradable? ¿Y por qué?
Como con todo, cuanto más practiques, más sencillo te resultará entender tus emociones. Es un trabajo que puede resultar difícil, pero que te aportará sin duda grandes beneficios. Al fin y al cabo, con la única persona con quien pasarás toda tu vida es contigo, así que cuanto más te conozcas, mejor te llevarás contigo mismo. ¡Atrévete a conocer y comprender tus emociones!
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