Este post también está disponible en: Català (Catalán)
Hay muchos motivos para diseñar y ceñirse a una dieta personalizada. Cada persona es un mundo, y cada metabolismo presenta sus particularidades y diferencias.
Y es que no todas las dietas generalistas se adaptan a cada individuo. Un ejemplo bien sencillo y evidente: si eres alérgico a uno de los ingredientes principales de una dieta, ¡no vas a poder seguirla!
¿En qué consiste una dieta personalizada?
Hay distintos motivos para diseñar una dieta personalizada. La más reconocida y habitual es, sin duda, la dieta para adelgazar. Pero también se pueden idear dietas pensadas para mejorar la salud, para mejorar el rendimiento deportivo o para paliar los efectos negativos de alguna enfermedad, por ejemplo.
En cualquiera de estos casos, una dieta personalizada requiere de una serie de consideraciones y planificaciones previas. De esta manera, el plan de comidas y bebidas a consumir se adaptará perfectamente a las particularidades y necesidades de cada individuo.
En primer lugar, hay que calcular el aporte calórico necesario. Es evidente que no necesita la misma cantidad de calorías una persona muy activa y otra persona más sedentaria. Y, siguiendo la misma lógica, para adelgazar es necesaria una dieta hipocalórica mientras que, para ganar músculo, hace falta una dieta hipercalórica.
Factores a tener en cuenta
Para adaptar adecuadamente una dieta, no sólo es necesario conocer el estilo de vida (y las calorías necesarias) de cada persona, así como información básica como el peso y la altura.
También se deberá tener en cuenta el historial médico de la persona. Las enfermedades (hipertensión, diabetes, etc.) y tratamientos, así como alergias e intolerancias, son informaciones vitales para desarrollar dietas funcionales.
Otro factor importante es el metabolismo de cada uno. Hay que conocerse a uno mismo, por ejemplo, gracias a la ayuda de tests personalizados y de la atención médica. Pero, a grandes tiros, todos conocemos personas que pese a comer mucho se mantienen más o menos delgados, y gente a quien le pasa justo lo contrario.
También es de vital importancia determinar bien los objetivos, así como adaptar la dieta a los gustos personales. Evidentemente, como ya hemos comentado, serán radicalmente distintas una dieta pensada para adelgazar y otra que tenga por objetivo la ganancia muscular. Pero es que, además, es importante que cada una de ellas se adapte a los gustos y preferencias de cada uno. ¿Por qué? Pues porque el motivo principal por el que muchas dietas no funcionan es, simplemente, que se dejan de seguir. ¿Y cómo se evita esto? Pues evitando diseñar dietas aburridas o que contengan directamente ingredientes y platos que no nos gusten en absoluto.
Otros factores: realismo y flexibilidad
De forma similar, una dieta eficaz debe ser realista. Así como no va a ser muy útil diseñar una dieta que parezca una tortura porque no nos gustan sus platos, tampoco es realista incorporar multitud de ingredientes muy específicos, extraños y, a veces, caros.
La dieta eficaz y pragmática es aquella dieta que se adapta a las capacidades y objetivos reales de la persona. Debemos cuidar la alimentación y optar, siempre en la medida posible, por productos saludables, de proximidad y de temporada. Y no, por lo contrario, basar la dieta en ciertos productos exóticos y muy específicos. Lo importante es que tengas variedad suficiente como para poder escoger y mantener cierta flexibilidad.
Así pues, si diseñas una dieta personalizada con la ayuda de un experto, asegurate de tener en cuenta todos estos factores. De esta forma, las posibilidades de seguir la dieta al pie de la letra y de lograr los objetivos que te propongas se verán aumentadas considerablemente.
Deja un comentario