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La masificación del turismo ha alcanzado cotas preocupantes. Cada día resulta más sencillo viajar y visitar los lugares que se ponen de moda. Así, no es extraño ver ciudades atestadas de turistas como Barcelona; cruceros que parecen adentrarse peligrosamente en los canales venecianos; o incluso colas de montañeros inexpertos que, poniendo en riesgo su vida, esperan para coronar el Everest. ¡Es una locura que se nos está yendo de las manos!
Cada vez es más necesario que viajemos con conciencia y tratando de reducir la huella de carbono que provocan nuestras actividades. Solo así podremos atajar los problemas medioambientales que amenazan con destruir la preciada naturaleza de nuestro planeta.
Tabla de contenidos
1. La gestión de los residuos y los problemas medioambientales: islas de plástico
Durante el verano, muchas zonas costeras se llenan de turistas. Esto supone un aumento de los residuos en lugares donde por lo general no están preparados para gestionar tanto volumen. Se estima que, en total, la industria del turismo es la responsable de 35 millones de toneladas de residuos sólidos cada año.
Uno de los mayores problemas lo protagonizan los plásticos. Estos residuos suelen acabar en el mar y tardan muchos años en degradarse. Los plásticos se quedan flotando en la superficie del agua y se van acumulando. Con el tiempo se forman manchas enormes de plásticos que también reciben el nombre de islas de plástico. Se trata de uno de los problemas medioambientales más preocupantes provocado por el turismo.
En aquellos lugares en los que se produce una masificación estacional, las autoridades tienen problemas para gestionar los residuos y estos terminan en el mar. Si a esto le añadimos los vertidos ilegales, la gran afluencia de embarcaciones de recreo, no reciclar de forma adecuada, las personas que ensucian las playas y un largo etcétera, el resultado son las islas de plástico a la deriva. Este fenómeno es el causante de la muerte de millones de animales al año, la contaminación de las aguas, del aire y del progresivo empobrecimiento de poblaciones pesqueras que dependen de salir a pescar para subsistir.
2. Los problemas medioambientales que provocan las cremas solares
Parte de los componentes de los protectores y cremas solares que nos ponemos para protegernos de los rayos UVA, se diluyen durante el baño y se liberan en el mar. Algunos estudios —como el realizado por el CSIC y la Universidad de Valencia en 2013—revelan que estos componentes son contaminantes. En zonas muy turísticas, con gran afluencia de bañistas, el efecto medioambiental es considerable.
En Mallorca, por ejemplo, se ha constatado la presencia de compuestos que provienen de las cremas solares en la microcapa superficial del agua marina. Las concentraciones más altas de los contaminantes aparecen, durante la época estival, entre las dos y las seis de la tarde; precisamente, cuando más bañistas hay. Según las investigaciones, los componentes contaminantes de las cremas solares suponen uno de los problemas medioambientales que más empeorará debido a la masificación turística. Tiene efectos tóxicos en el fitoplancton marino, los crustáceos, las algas y los peces.
En otras latitudes, como las aguas del Caribe mexicano, la capa de grasa que provoca la concentración de los componentes de las cremas solares diluidos en el mar afecta a otras especies, en este caso tropicales. El coral, sin ir más lejos, tiene serias dificultades para hacer la fotosíntesis; algo que necesita para crecer a razón de un centímetro al año.
3. La destrucción de los corredores biológicos: un problema medioambiental derivado del turismo
Un corredor biológico es ese territorio que tiene como objetivo servir de conexión entre paisajes, ecosistemas, y hábitats que asegura el mantenimiento de la biodiversidad. Su existencia previene la fragmentación de los hábitats de forma que las diferentes especies que los habitan puedan seguir llevando a cabo sus procesos de migración y dispersión. Afectar y modificar los corredores biológicos es uno de los problemas medioambientales que acelera la extinción de especies de flora y fauna.
Un corredor biológico es un espacio especialmente sensible al impacto humano, especialmente el causado por la industria turística. Por eso, se debe prestar especial atención a aquellos destinos turísticos que cuentan con un corredor biológico para tomar medidas protectoras. Un ejemplo son los pasos elevados que el gobierno holandés ha instalado en sus autovías para facilitar el cruce seguro de algunas especies de animales. Sin embargo, en la medida de lo posible, cabría evitar modificar tan agresivamente el hábito del resto de seres vivos.
Como viajeros y ciudadanos comprometidos, podemos promover el turismo responsable y no invasivo. Una gran idea es elegir destinos que cumplan los mismos objetivos y nos permitan visitar lugares de manera que nuestro impacto sea el menor posible. Un ejemplo es el Cerdanya EcoResort, que pone a tu alcance la impactante comarca de la Cerdanya, un paraíso natural para practicar el turismo ecológico.
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