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Comprar y consumir productos de proximidad o productos km 0 es cada vez más normal y más habitual. Ya no es cosa de unos pocos consumidores que viven cerca de las zonas más agrarias. Los comercios de proximidad han florecido ya en la mayoría de ciudades, y ya están al alcance de casi todos. De hecho, en algunos casos se puede hablar hasta de modelo económico de éxito.
Pero, antes que nada, ¿ya sabemos qué son exactamente los productos de proximidad? ¿Por qué deberíamos escoger este tipo de productos? ¿Cuáles son sus beneficios?
¿Qué son los productos de proximidad?
Por lo general, se entienden como productos de proximidad aquellos que son de temporada y han sido cultivados o producidos cerca de donde son finalmente vendidos. En el caso de las frutas y las verduras, resulta muy evidente: son de la región y son las de temporada (no cultivadas en invernaderos a lo largo de todo el año).
Por la proximidad, a veces son conocidos también como “de kilómetro 0”. Estos serían los que han sido producido en un entorno más próximo, y en los que la distancia entre la producción y el consumo es mínima. Sin embargo, es evidente que esta distancia no es realmente de cero kilómetros, sino que más bien se acota en un radio de menos de 100 kilómetros.
No tienen por qué ser, por tanto, ecológicos. Muchas veces son dos conceptos que se confunden entre sí, y, aunque es cierto que a menudo se relacionan entre sí, no tiene por que ser así. Un producto ecológico es aquel que evita los conservantes, abonos y pesticidas químicos, y apuesta por las opciones más naturales.
Razones por las que consumir productos de proximidad
El motivo más obvio para escoger este tipo de productos, en el sentido de obtener beneficios inmediatos, es la calidad y la salud.
Para empezar, se reduce (y mucho) el tiempo transcurrido entre la recolección y la consumición, por lo que las propiedades del alimento se mantienen casi intactas. Por ejemplo, las frutas de proximidad serán frescos y estarán en el momento de maduración óptimo, manteniendo así todas las cualidades organolépticas.
Y, aunque no sea 100% seguro que todos y cada uno de los productos de proximidad sean más sanos que el resto, lo que está claro es que tenemos un mayor conocimiento y control sobre su procedencia. Por lo tanto, existe una vigilancia doble: por parte de los organismos regulatorios y por parte del consumidor. Todo eso se traduce, en general, en un mayor aporte nutricional, en más salubridad y en sabores más intensos.
También hay razones mediomentales y económicas
En segundo lugar, hay motivos medioambientales muy importantes. Este tipo de productos son mucho más sostenibles, ya que se consumen menos recursos naturales y combustible en el transporte. A la larga, con el slow food se reduce la huella ecológica. Es decir, se reducen considerablemente las toneladas de emisiones de CO2 a la atmósfera, responsables, en gran medida, del cambio climático.
Y por último, encontramos motivos económicos. En principio, menos costes en transporte y en intermediarios deberían asegurar un mejor precio de cara el consumidor. Y, si todavía no se cumple en todos los casos, es porque la demanda tiene aún que subir todavía más para que incremente la oferta y se acaben de equilibrar los precios.
Pero, además, apostar y promocionar los productos de temporada y de proximidad significa también respaldar económicamente a la economía más cercana y local y, consecuentemente, al territorio en el que cohabitan consumidores y productores.
Por todos estos motivos, podemos decir que los productos de proximidad contribuyen tanto al bienestar personal como al bienestar social.
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